La tecnología no es solo para jóvenes, pero tu mentalidad sí puede serlo
Adapta tu experiencia empresarial a la era digital y deja de quedarte atrás.
Te cuento,
La primera vez que pensé en “gerencia digital” fue cuando empecé a ver la industria de los influencers en internet en el 2011.
Y supe que llegarían a tener empresas y negocios para ser gerenciados, más allá de un hobbie.
En ese momento eran Facebook y Youtube los que controlaban todo, básicamente.
En el 2012, conocí a Gary, un profesional del marketing Digital, con quien compartimos los errores que habíamos cometido durante 8 años y los posibles escenarios del futuro digital.
Él, con más de cincuenta años en ese momento y un historial de “emprendimiento digital”, había aprendido a delegar tareas diarias en su smartphone: recibía informes de ventas al minuto, ordenaba insumos sin pisar un almacén y hasta programaba la publicación de promociones en redes sociales desde el sofá de su casa.
Parecía magia, pero en realidad era adaptación, un proceso que muchos de nosotros tememos aunque lo deseemos en secreto.
Para los empresarios mayores de cuarenta, dominar la gerencia digital no se trata solo de tecnología, sino de un cambio de mentalidad.
Sentir la vibración de un teléfono anunciando un pago exitoso, o la satisfacción de ver crecer la audiencia digital como si fuese un grupo de niños deseosos de atención, nos demuestra que innovar no está atado a la fecha de nacimiento, sino a la voluntad de aprender.
Las herramientas son múltiples—gestores de proyectos, analíticas de redes, plataformas de e-commerce—y, sí, sé que pueden intimidar.
Pero del mismo modo que nos adaptamos a usar el GPS en lugar de mapas de papel, podemos migrar hacia nuevas maneras de gestionar nuestro negocio.
Un acto tan aparentemente pequeño como digitalizar un inventario puede liberar tiempo y energía para eso que realmente importa: el crecimiento, la estrategia y, por qué no, pasar más tiempo con la familia que tanto sacrificamos al construir nuestras empresas.
La gerencia digital es, pues, una invitación a integrar experiencia y modernidad, a soltar temores y abrazar la eficacia que nos regalan las nuevas tecnologías.
Y, sobre todo, a recordar que no hay edad límite para reinventarse: solo la valentía de dar el primer clic.
Un abrazo,
Néstor
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