De niño lo sabías y lo hacías bien
De adulto lo olvidaste
Hoy te voy a contar algo que puede que no te guste.
Incluso puede que canceles tu suscripción. Pero al menos lee este texto por última vez.
¿Recuerdas cuando mamá nos servía la sopa de verduras y la torta de auyama? y le decíamos lo fea que estaba esta sopa.
Que sabía horrible
Que aquello era insoportable y una tortura.
Como yo no sé lo que hacía tu mamá, te voy a contar qué hacía la mía…
Ella colocaba junto al plato de la sopa una correa de cuero de 10cm de ancho, que me decía que había pertenecido a mi abuelo.
Yo a mi abuelo lo respetaba, era un señor fornido, trabajador incansable y muy fuerte.
Todo eso significaba una cosa, que esa correa era muy fuerte también.
Si la usaron contra mí, no alcanzo a recordarlo, pero si aprendí a tomarme esa bendita sopa.
Después de la historia de miedo infantil (tranquilos, adoro a mi mamá y así era y así aprendí yo también)
Te guste o no, muchas mamás eran así.
Pero esto no se trata de las mamás, se trata de los niños.
Decíamos al ser que más amábamos la %#@ verdad. Que no nos gustaba, que sabía horrible, incluso sabiendo que habrían consecuencias.
Hoy los adultos somos unos hipócritas que decimos que sí, cuando sabemos que tenemos que decir que no.
Le decimos a ese cliente que no queremos que nos visite más con una sonrisa hipócrita en nuestra cara -gracias por venir-.
También se lo decimos a gente que no nos cae bien, incluso que entran a nuestras casas
Gracias por venir, ja! -hipócritas-
La cosa más allá de la rabia que te pueda dar en este momento es la siguiente.
Toda esa energía desperdiciada en responder hipócritamente o políticamente correcta la podemos usar para atender lo que realmente es importante.
Nuestros clientes merecen la verdad siempre, así sea incómoda. En especial si los clientes confían en tí.
Uyyy..pero si les digo la verdad, me van a odiar.
Y qué más dá… tú también odiaste a tu mamá el día de la sopa.
Hoy la adoras, porque te dijo la verdad.
No le ocultes nada a tus clientes, tu haces lo mejor que puedes, lo mejor que crees es posible con tus recursos.
Recuerda a ese niño que eras y dí la verdad a tus clientes, siempre… Puede que te odien un momento, pero al final te van a respetar así se vayan. Y el respeto como lo dijo mamá, no se obliga, se gana.
Por el miedo y la hipocresía te compran hoy un regalo.
Por el respeto serán tus clientes y voceros toda la vida.
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